El jamón ibérico de bellota necesita pocas presentaciones: es uno de los productos de nuestra gastronomía más conocidos y alabados a nivel mundial. Como quien dice, nadie puede resistirse al auténtico pata negra.
En Cerdoh! elaboramos todas estas exquisiteces que casi siempre se reservan para ocasiones especiales (Navidad, cumpleaños…), aunque, en realidad, cualquier momento es bueno para darse un capricho rico y saludable. Por eso, nuestra tienda online está operativa las 24 horas los 365 días del año 😉
Pero no sólo de jamón vive el gourmet y los manjares del cerdo ibérico de bellota van más allá: el lomo ibérico y demás embutidos ibéricos de bellota hacen las delicias de los paladares más exigentes. Y eso es lo que repasamos en este post: todo lo que hay más allá del jamón ibérico de bellota.
Índice:
Lomo ibérico de bellota: un bocado gourmet
El lomo ibérico es, junto al jamón y la paleta de bellota 100 % ibérica, de las piezas más preciadas y cuidadas del cerdo ibérico de bellota.
Se trata de uno de los derivados cárnicos más naturales que hay porque su fabricación es totalmente artesanal y sin ninguna añadidura ‘artificial’. Tan sólo cuenta con un adobo esmerado con notas de pimentón, orégano y ajo (al menos así preparamos el nuestro) y un veteado repleto de pequeñas infiltraciones de grasa que le otorgan un sabor potente y untuoso.
Además, sus propiedades beneficiosas para la salud son numerosas. Tiene un alto contenido en vitamina B1, recomendada para hacer frente al estrés o la depresión, y la B3 favorece una buena circulación de la sangre.
Destaca también su alto contenido de proteínas. Éstas ayudan a crear nuevos tejidos en la masa muscular y es la razón por la que los profesionales recomiendan a las personas que realizan deporte o una actividad intensa incluir el lomo ibérico en su dieta diaria.
Y, por si lo dicho hasta ahora fuera poco, es rico en sodio, ácido oleico, hierro y grasas, y no contiene hidratos de carbono.
En definitiva, el lomo ibérico es una fuente de suministro de las necesidades vitales de nuestro organismo y, consumido de manera equilibrada, nos aporta la energía que necesitamos para afrontar nuestro día a día.
El salchichón ibérico de bellota gusta a todos
Por su parte, el salchichón ibérico de bellota puede que sea el embutido que más desapercibido pase a priori. Y decimos esto de a priori porque tenemos comprobado que, cuando se prueba, es el que más acaba gustando tanto a los mayores como a las peques de la casa.
Mientras que el jamón ibérico y el chorizo ibérico son muy utilizados en la cocina y encontramos multitud de recetas que las tienen como protagonistas, lo cierto es que la forma perfecta de comer el salchichón es en bocadillo o simplemente en rodajas en un plato con un poquito de pan.
Así se ha hecho toda la vida, ya que estamos hablando de uno de los productos más típicos de la matanza del cerdo ibérico. Se prepara con la carne magra de, en nuestro caso, cerdos 100% ibéricos, a la que se añade tocino, sal y especias al gusto como pimienta negra, cilantro o nuez moscada.
Y, desde el punto de vista nutricional, el salchichón ibérico es un alimento rico en sodio, bajo en azúcares y, por cada 100 gramos, nuestro organismo recibe 19,25 gramos de proteínas, 1,4 gramos de carbohidratos, 39,5 gramos de grasa, 438 kilocalorías, y vitaminas B3, B9, B12 y K, entre otras.
Aunque esto de los números es sólo para que lo tengas de referencia. No es necesario fijarse al detalle, simplemente, comerlo razonadamente ¡y disfrutarlo!
Chorizo ibérico de bellota, un clásico
Si bien el jamón tiene la fama, el chorizo ibérico puede que sea el embutido más vendido. Es el rey de los bocatas y de las tablas de ibéricos.
Originario de la Península Ibérica, consiste en carne de cerdo ibérico picada y adobada con especias, fundamentalmente pimentón, que es lo que le dota de ese gusto tan nuestro y del color rojo brillante que le caracteriza.
Al igual que el resto de productos del cerdo ibérico de bellota, el chorizo ibérico (en cantidades correctas) aporta grandes beneficios a nuestra salud: presenta elevadas cantidades de proteínas digestivas y ligeras (dadas por su adecuada curación); tiene minerales como calcio, hierro, selenio, magnesio, zinc y fósforo, y vitaminas B12, B1 y B2 ideales para el buen funcionamiento del sistema inmunitario y el corazón.
Todas estas ‘bondades’ se deben a la naturaleza, alimentación y cría del cerdo ibérico, así como al método casero que empleamos embutiendo cada chorizo de forma tradicional y respetando el proceso y tiempo de curación hasta obtener un sabor y aroma inigualables.
Y a la hora de degustarlo, el chorizo ibérico es un ‘todoterreno’: desde solo o acompañado con picatostes de pan hasta el bollo preñao y el choripán, pasando por platos más trabajados como el cocido madrileño, la fabada asturiana, las lentejas, las patatas a la riojana, los huevos rotos y muchos otros.
Entonces… ¿Quién no va a gritar ¡Oh! con estas delicatessen? 😉